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topbella

18 abril, 2010

Capitulo 8

- De casualidad te dijo como se llama?- preguntó Mac al encontrarse con Harriet a la salida del elevador
- no, simplemente llegó y preguntó por ti, cuando le dijimos que no estabas dijo que te esperaría.
- Ok, ahorita veo quien es

Al entrar a su oficina, Mac vio primero una mata de cabello rizado color azabache e inmediatamente reconoció  a la persona- ¡Savannah!- grito  de entusiasmo sin importarle cuantas cabezas voltearon en su dirección.

La chica se levantó inmediatamente de la silla y la rodeo con sus brazos- ¡querida Sarah!¡que gusto verte!

- Es un gusto volver a verte ¿Qué haces aquí?

- No puedo visitar a mi mejor amiga cuando quiera? ¿desde cuando la señorita Mackenzie no recibe a la gente de su pasado?

Mac rió con ganas ante el ceño fruncido de su amiga – lo siento, es que estoy impactada de tenerte aquí ¿Cuánto tiempo hace que no te veo? ¿cinco, seis años?

- Cinco años y medio, todavía me debes el café que me prometiste

Ambas tomaron asiento, una frente a la otra- ya dime ¿Qué haces aquí?

La mujer se puso mortalmente seria- ¿recuerdas por que nos vimos la ultima vez?

Mac la miró con ojos tristes- si, mi abuela Helena falleció y tu mama me mando a llamar por ello. Como ustedes siempre fueron leales a mi abuela y la cuidaron hasta el final, les pedí que se quedaran con la casa y yo solo me quede con algunas de las cosas.
- bueno, pues la semana pasada mi madre y yo estábamos limpiando el ático de la casa cuando encontramos una caja de madera con algunas cosas de tu abuela ya sabes , fotos, cartas y algunas otras cosas que pensamos que te gustaría conservar así que aproveche el pretexto y vine a visitarte. La traigo conmigo en este momento- acto seguido sacó de su bolso un objeto del tamaño de una caja de zapatos y se la entregó a su amiga

Mac miró con añoranza a su abuela, es cierto la gente pensaba que estaba un poquito loca pero a ella no le importaba, su espíritu siempre había sido libre y natural.

No le temía a nada y muchos le temían a ella, aun cuando había sido una viejecita de aspecto frágil; bueno su abuela si tenia un miedo irracional hacia una sola cosa, lo cual era absurda ya que tal cosa no existía: los vampiros.

La abuela  Helena siempre le había dicho a Mac que tuviera mucho cuidado con los hombres de aspecto atractivo y ojos azules porque ellos eran lo más peligroso.

Cuando Mac había sido niña y visitaba a su abuela, siempre dormía con cabezas de ajo en los bolsillos del pijama y una estaca rudimentaria bajo la almohada. Como fueron pasando los años, Mac pensó que los cuentos de su abuela habían sido solo el medio que tenían los adultos para que no se fijara en los hombres y, cuando por fin fue adulta, los olvido totalmente.
Ahora, al ver la caja, todos aquellos recuerdos acudían a ella para abrumarla y recordarle los maravillosos momentos que paso con su frágil abuela

- gracias Nia- dijo Mac con voz ronca a causa de los sentimientos a su amiga
- Sabia que te gustaría, bueno me tengo que ir ¿te parece si nos vemos en la noche?

- Por supuesto ¿Cuánto tiempo te vas a quedar en la ciudad?
- Solo tres días, después voy a visitar a unos primos en Florida para después regresar con mi mamá en Nueva Orleans
- entonces nos vemos en la noche ¿Dónde te veo?
- que te parece si yo vengo a verte?
- perfecto ¿a las siete?
- por mi esta bien
- nos vemos Nia
- nos vemos Mac

Apenas se fue su amiga Mac abrio la caja de su abuela, tal como habia dicho Savannah estaba lleba de recuerdos, pero lo que le llamo la atención fue un anillo que rodó entre las cartas cuando ella mas movio, era  de  plata envejecida con tres piedras en forma de lagrima, cada una era  diferente: una era diamante, o eso suponia Mac; otra era color violeta, una amatista probablemente y, finalmente una color rojos intenso, tal vez  un granate.

Mac lo tomo entre sus dedos intentando pensar si su abuela lo había usado, ya que no lo recordaba, al acerarlo a ella sintió de pronto una intenso olor a rosas; extrañada, Mac miró las cartas pensando que tal vez su abuela las había guardado con un perfume en ellas, pero recordó que a ella le gustaba el jazmín, no las rosas.

Sin pensarlo se lo puso en el dedo del corazón, donde le quedaba a la medida y ahí lo dejo para seguir revisando lo que le había traído Savannah, algunas eran cartas de amor de su abuela al abuelo, otras eran fotos de su primeros años juntos, pero entre todas ellas destacó una carta, esta estaba amarrada con otra y la fecha era anterior a que su abuela conociera al abuelo.

Muerta de curiosidad Mac la abrió y se quedo sin aliento al leer las primeras frases




 15 de diciembre de 1946

Mi amor, mi Helena

Te escribo esta carta para informarte lo que no te puedo decir en persona.

Debo dejar la ciudad por unos días a partir de  hoy, mis negocios me llevan a Texas pero volveré en cuanto pueda. Se que te había prometido pasar las fiestas juntos pero no me es posible, te lo compensare cuando vuelva.

Se que te lastimo con mi partida, pero vela como una oportunidad de estar con tu familia en vez de con un extraño, tal vez ellos dejen de sospechar de ti y tu reputación se recupere un poco si pasas las festividades con ellos.

Mientras no este voy a extrañarte a cada instante, es mas ya te extraño



Tuyo por toda la eternidad
Derek Jefferson
 

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