«¿Qué haría yo sin ti, Lucy Brown?», me dijo, y me besó suavemente. Tomé su rostro entre mis manos y le devolví el beso. Sentía que la vida no podía ser más perfecta. Y tenía razón, ¿no es así?... Al finalizar el día siguiente, estaba muerta.
Lucy está a punto de casarse con el hombre de sus sueños —el amable y guapo Dan—, cuando se rompe el cuello la noche previa a la boda. Incapaz de aceptar pasar la eternidad separada de su alma gemela, Lucy decide convertirse en fantasma en vez de subir al cielo y separarse de Dan. Pero resulta que las cosas no son tan sencillas. Cuando Lucy descubre que el Limbo es una casa de mala muerte, estilo estudiantil, en el norte de Londres, se siente decepcionada.
Sobre todo después de conocer a sus nuevos compañeros de cuarto: la gruñona Claire, aficionada a la múscia EMO y al zumo de manzana; y Brian, un petardo con un edredón de Tomas y sus amigos y un problema de olor corporal. Pero Lucy tiene un problema mucho mayor entre manos: si desea convertirse en un fantasma y estar con Dan, ha de realizar una tarea imposible. ¿Cómo demonios va Lucy a encontrarle una novia al hombre más gilipollas de Inglaterra?
Las únicas pasiones de Archie son los juegos de ordenador y su abuela. Pero Lucy sólo dispone de veintiún días para conseguir que éste encuentre el amor. Y cuando descubre que su supuesta amiga Anna se empeña en tratar de conquistar al vulnerable y destrozado Dan, la presión se dispara…
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